Con zarcillos de diamante
ella vestía:
sus piedritas en la oreja,
y valiente sonreía.
Me miraba ella
con su flor en la cabeza,
y sus hombros plateados
hablaron al sol.
Me conocía ella,
como nadie me conocía,
me miraba y se desvestía,
me abrazaba, yo reía.
La ciudad nos veía,
y se apagaba, ya dormía,
me encendía yo,
y ella, ella me mecía.
lunes, noviembre 16, 2009
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4 comentarios:
gracias
gracias, josefo... qué te dice ía? qué te sugiere? qué te ha movido a dar las gracias?
sorel.
Que mamacinga la tuya!!!!!!!!!!
mamacinga? tauro, bonito blog... qué es mamacinga? por la longitud y sonido de la palabra, no me parece que diga mucho bueno, pero me parece una palabra con fuerza. por qué relacionas ía con mamacinga? o es más bien la respuesta al comentario de malatrova?
bueno, donde estés, saludos desde mi sitio.
s.
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